Fuerza y Materia - Por Luiz de Mattos

Muchos intentos han sido hechos por diversas escuelas filosóficas para explicar lo que son Fuerza y Materia, en su concepción genérica. De modo general, esas explicaciones no convincentes e insatisfactorias, contribuyeron en muchos casos, para aumentar la confusión y la duda existente en el ser humano con respecto a la vida en su aspecto más profundo.

Fuerza y Materia constituyen tema que puede ser comprendido sin grandes reflexiones teóricas, por los principios racionalistas cristianos.

Afirma el Racionalismo Cristiano que el Universo está compuesto de Fuerza y Materia. La Fuerza es el principio inteligente, inmaterial, activo y transformador. La Materia es el elemento pasivo y maleable. En la doctrina racionalista cristiana, el principio inteligente es también designado frecuentemente: Fuerza Creadora, Gran Foco o Inteligencia Universal.

En el binomio Fuerza y Materia se resume y se explica la vida en su aspecto amplio. El progreso de su conocimiento reduce los errores en que tantos inciden.
Y ¿Qué es la vida sino la acción permanente de la Fuerza sobre la Materia?

La Materia es el campo de manifestación de la Fuerza. El análisis de informaciones obtenidas por personas dotadas de alta percepción sensorial, (más conocida como mediumnidad), indica que existen varias categorías de materia, con diferentes estados de densidad.  Esas categorías caracterizan campos de energía, con funciones específicas relacionadas al proceso evolutivo. Los tipos de materia más diáfanos que el de la materia física, reciben la denominación de materia fluídica.

Las densidades, aquí mencionadas, se refieren a grados de sutileza que definen, entre los campos, condiciones diferentes de las que existen entre los conocidos estados: sólido, líquido y gaseoso de la materia física.

Los diferentes campos de manifestación de Fuerza son también designados por planos, mundos o dimensiones espirituales. Y los campos de naturaleza fluídica son denominados con frecuencia planos astrales.

La Fuerza en acción en los diversos campos está limitada, en cuanto a la manifestación de atributos. Cuanto más densos los campos, más acentuadas las limitaciones de la conciencia. Por esa razón se evidencian relatividades en el entendimiento de los fenómenos vitales. Consideraciones, por ejemplo, sobre tiempo y espacio, están relacionadas a las peculiaridades de los campos. Las condiciones del Universo, no obstante, permanecen las mismas. Lo que cambia es la capacidad de percepción y, por la interpenetración de los campos, es posible, dentro de ciertos límites, expandir la conciencia para percibir la naturaleza de los hechos en diferentes dimensiones de la espiritualidad.

No se debe confundir los campos de energía con la Fuerza, pues materia y energía son intercambiables. Las diferentes formas de energía están en transformación constante, en constante desagregación, yendo cada categoría para el estado que le es propio, desagregado por la Fuerza Creadora, con la finalidad de componer cuerpos y corrientes fluídicas necesarias en la dimensión física y fuera de ella.

La Fuerza mantiene al Universo regido por leyes naturales e inmutables. Naturales, porque transcurren en una secuencia lógica en el proceso de la evolución,  e inmutables, por ser absolutas, amplias, libres de cualquier dependencia o sujeción. En ese sentido, no hay lugar para el imprevisto, para el acaso o la duda, todo está encadenado y tiene su razón de ser.

Referente al espíritu: la evolución se procesa a través de incontables existencias terrenas en cuerpo humano, y sólo por medio de ellas el raciocinio se desarrolla en el amplio camino de la espiritualidad, bajo cuya luz el misticismo pierde la forma, el sentido, la significación, para dar lugar solamente a lo que el buen sentido y la lógica admiten como verdadero, con fundamento en las lecciones aprendidas durante la vida.

Fuera del campo de la espiritualidad, que es inmenso e inagotable, jamás podrá alguien encontrar respuesta para los problemas existenciales. La definición de Fuerza y Materia se sitúa, pues, dentro de la lógica de los fenómenos síquicos ampliamente divulgados por el Racionalismo Cristiano.

Los principios reunidos en este libro encierran parte de las enseñanzas sobre la vida espiritual que están al alcance de la comprensión humana, desde que el lector se interese, realmente, por su estudio, sin dejarse influenciar por preconceptos e intolerancias de cualquier naturaleza.

Dentro de estos principios están las responsabilidades y los deberes del ser humano, que necesita comprender bien para convencerse de que toda vez que infringe las leyes naturales, retarda, inapelablemente, la marcha de su evolución.

Cuanto más segura, más nítida y realista sea la comprensión de la acción del espíritu sobre el cuerpo físico, es decir, de la Fuerza sobre la Materia, más deprisa el entendimiento del sentido espiritual revelará al estudioso las funciones vitales de la naturaleza universal.

Así siendo, sin conocer el proceso de su propio desarrollo espiritual, sin  conocerse a sí mismo en su composición astral y física, no puede la persona conducirse para el necesario aprovechamiento, de ahí resultando tener que someterse, en obediencia a las leyes naturales que rigen el Universo, aunque por libre voluntad y en duras experiencias, a una multiplicidad de existencias cuyo número sería, de otro modo, mucho más reducido.

Alrededor nuestro, el mundo físico revela, entre sus diversos componentes, gran cantidad de interacciones e influencias. La ciencia, en la tarea de identificar a las leyes que rigen esas interacciones y entender la lógica subyacente a ellas, ha procurado congregarlas en un solo principio que las unifique y las sintetice. El Racionalismo Cristiano, por otro lado, transponiendo los límites de las consideraciones estrictamente materiales, nos explica que todo, en último análisis, es consecuencia de un proceso evolutivo cuya tesitura es obra de la Inteligencia Universal.

Tanto en la constitución de los sistemas estelares como en la estructuración de las partículas atómicas, la Fuerza Creadora actúa  acorde a una línea de acción constructiva en la que, gradualmente, se van acentuando las vibraciones de la vida e intensificándose las manifestaciones de la inteligencia.

La ciencia química, en sus constantes investigaciones, clasificó más de una centena de elementos básicos de la materia organizada, dando a la partícula fundamental de esos elementos el nombre de átomo.

En el átomo, la partícula de Fuerza apenas se torna perceptible por su manifestación vibratoria. Ya en los microorganismos, además de vibración, revela acción intencional de movimiento.

Las partículas de la Fuerza evolucionan, entonces, a través de transformaciones sucesivas de la materia organizada, dándoles formas cada vez más complejas.

Así pues, la Fuerza accionando en obediencia a las leyes evolutivas, utiliza Materia en su estado primario, y, con ella, forma estructuras, realiza fenómenos incontables e indescriptibles que escapan a la apreciación común, considerando los limitados recursos de este planeta.

Por consiguiente, en el Universo hay, solamente transformaciones de la Materia y evolución de la Fuerza. Las innumerables estructuras compuestas en combinaciones múltiples de partículas de materia organizada se manifiestan en esas transformaciones. Composición y descomposición, agregación y desagregación de estructuras son el resultado de la acción mecánica de la vida.

Así, de cambio en cambio de un cuerpo para otro más adecuado, va evolucionando la partícula de la Fuerza Creadora, hasta alcanzar condiciones que le permitan, ya como espíritu, evolucionar en cuerpo humano, en situación de ejercer el libre albedrío y asumir las responsabilidades inherentes a esa facultad.

Como espíritu, encarna innumerables veces, adquiriendo siempre más conocimientos, más experiencia, mayor capacidad de raciocinio, más clara concepción de la vida, más inteligencia.

 El espíritu hace su trayectoria en este planeta en condiciones apropiadas a su estado de adelanto, pasando en cada encarnación a vivenciar situaciones que le proporcionen mayor progreso, hasta terminar la etapa de evolución inherente a este mundo.

Por lo tanto, la Materia no evoluciona ni posee atributos. Estos son exclusivos de la Fuerza, y se exteriorizan en los diversos dominios de la naturaleza.

Los atributos que los seres humanos demuestran, constituyen apenas un reducido número de aquellos que pueden revelar espíritus más esclarecidos que, en virtud del mayor grado de evolución, ya no necesitan volver a este planeta.

La persona que quiera profundizar en la investigación de este importante tema, encontrará amplio campo para desarrollar el raciocinio, fortalecer sus convicciones y concluir que, en el universo fenoménico en el que vivimos, esos dos principios: Fuerza y Materia, están en la raíz de todos los hechos y cuestiones existenciales.

Es importante recordar las limitaciones del lenguaje para tratar del aspecto transcendente de la vida. Las expresiones empleadas aquí son relativas, a falta de otras que mejor puedan expresar una concepción de orden absoluta.

Fuerza y Materia
Traducido al español por Adelina González